COMENTARIO:

Esta es definitivamente una de las cintas más particulares que he visto por cuenta propia. Con una esencia un tanto tragicómica, Nelson Carlos de los Santos Arias nos da una película que con una forma más fresca y particular de narrar una historia que, en esencia, no es muy complicada, pero que su manera de desarrollarla podríamos calificarla como bastante original. Tratando temas bastante comunes en el cine latinoamericano, como lo son la violencia, la religión y la diferencia de clases, no cae en los clichés y se aventura a brindarnos una dosis de absurdo humor negro y exageraciones que de alguna forma funcionan a la perfección. Además, el filme en sí es un deleite visual de múltiples texturas, formatos, una sorpresiva superposición de colores y excepcionales planos fijos como secuencia.

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Si bien al principio se siente un tanto desprolija y caótica la cinta, con el pasar del tiempo y el avance de la película, los cabos se van atando y nos vamos acostumbrando a este extraño mundo, que parece ser algo más ajeno a lo que pensaríamos que es un pueblo de bajos recursos en República Dominicana. Los rituales religiosos avanzan en paralelo a la historia de venganza en la que Alberto es obligado a formar parte, y particularmente creo que ese es uno de los puntos que podrían ser criticables de Cocote, pues es posible que para el gusto de algunos espectadores haya habido una sobrecarga de estos rituales, llegando a desencantar a quien está ensimismado en la cinta. Sin embargo, si bien tiene fallas en la narrativa, creo que es algo perdonable pues, reitero, el impecable trabajo de cámara y fotografía compensa estos pequeños fallos de guion que al final sigue siendo admirable; la evolución del protagonista, Alberto, a través de la película, está muy bien trabajado.

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Es diferente a lo que acostumbro a ver y lo que me gusta, pero fue una buena salida de confort.

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— Adriana Aráuz